Mis creencias y convicciones son definidas como las de un humanista moral, inspirado religiosamente, y científicamente orientado.

Creo que cada individuo, con el poder de su libertad puede realizar lo que desee en su vida, siempre de la mano de la responsabilidad que conllevan sus acciones, sin caer en el libertinaje.
Creo en un conjunto de valores. Creo que la realización de uno mismo es la base de la felicidad, una vez logrado el equilibrio armónico de necesidades y valores.
Creo que todos los seres humanos estamos en el mundo con algunos propósitos centrales: la felicidad plena, a través de los actos buenos y de las virtudes. Ayudar a otros a alcanzar esa felicidad es el segundo propósito central.
Creo que lo indispensable en la vida es el amor propio y hacia los demás. Estamos aquí para amar y para que nos amen.
Creo profundamente que el hombre crece y madura por medio de las actividades con las cuales se hace bien a los demás y por ende, se les ama.
Creo que la dignidad del ser humano no está en juego, sin embargo, como decía Kant: “El hombre es un fin en sí mismo”.
Creo en el imperativo categórico de Kant: “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio”. El hombre, como ser, debemos usarlo para compartir con él el fin de nuestras acciones, pero nunca se debe ocupar al ser para llegar a tal fin.
Creo en que ser hombre o mujer no define tus acciones, todo lo define tu educación.
Finalmente, creo que la vida debe ser protegida ciegamente, sin este primer derecho inherente al ser humano, no existe, no hay pie para otro derecho.